lunes, 17 de septiembre de 2018

" LA CASA DE LAS FLORES" y el falso guilty pleasure

Nunca he sido yo muy fan del término guilty pleasure para referirse a esa serie que te encanta pero que no admites públicamente. Más que nada porque no hay ninguna serie que me avergüence reconocer que veo. Disfruté cada una de las temporadas de “Revenge” como si me fuese la vida en ello, y tampoco me avergüenza reconocer que con 32 años me gusta desayunar viendo episodios de “Hannah Montana”. Por eso detesto que la gente, incluso mucha prensa especializada, hayan decidido colgar esa etiqueta a uno de los estrenos más interesantes que ha tenido NETFLIX en las últimas semanas, “La Casa de las Flores”.


Se trata de una telenovela, sí. Una telenovela que bebe directamente de esas que veían nuestras madres (y de paso nosotros) la década pasada, como “Agujetas de Color de Rosa” o “Cristal”. Pero lejos de intentar huir del término y de las connotaciones negativas que eso conlleva, “La Casa de las Flores” abraza todos esos tópicos tan característicos del género para traerlos al siglo XXI con un baño de humor negro francamente efectivo y que la hace digna representante del estilo al que pertenece pero con la renovación necesaria para volver a poner de moda este denostado género en el siglo XXI.


Las tramas de “La Casa de las Flores” giran alrededor de los De La Mora, un clan adinerado de la clase alta mexicana que regenta una impresionante floristería que abastece a toda las familias pudientes de la ciudad abarrotando sus eventos de flores exóticas traídas de todas partes del mundo. Su idílica vida perfecta se resquebraja cuando la amante del patriarca de la familia se suicida en la tienda durante la celebración del cumpleaños de este. A partir de ahí la vida de cada uno de ellos da un giro de 180 grados y lo que se suponía que era un porvenir dulce, tranquilo y económicamente solvente se convierte en todo lo contrario.


La matriarca, maravillosamente interpretada por una veterana en esto de las telenovelas como es Verónica Castro, ve como su marido le ha sido infiel durante décadas, pero su máxima preocupación es mantener impecable su estatus y el de su negocio. Cada uno de sus tres hijos, Paulina, Julián y Elena, incapaces ya de por sí de lidiar con sus propias vidas sentimentales, verán como el pasado de su padre desbarajusta sus planes de futuro poniendo en serios  aprietos económicos la unidad familiar. Y todo ello mientras intentan mantener esa imagen de portada de revista de familia perfecta frente a criadas chismosas, vecinas metomentodo y travestis que imitan a Paulina Rubio, Yuri o Selena

Pero si hay alguien que destaca en esta familia es Paulina, la primogénita del matrimonio De la Mora, y especialmente su peculiar manera de hablar haciendo una pausa en cada sílaba de la palabra y que la hace absolutamente desternillante en ocasiones (ol-vi-dé-can-ce-lar-el-ma-ria-chi), y tierna y adorable en otras (su relación con su ex está relatada de una manera especial que hace que la adoremos aún más si cabe). Ella se merienda sin esfuerzo al resto de personajes y hace que estemos deseando un spin-off centrado únicamente en ella.

Por supuesto que “La Casa de las Flores” no es una serie perfecta, ni muchísimo menos. La presentación de los personajes es algo torpe y básica, y muchas de las tramas navegan por terrenos que ya hemos visto multitud de veces en otras muchas series de este género. Sin ir más allá, hay varios elementos en el primer episodio (la voz en off, el suicidio con el que se inician las tramas, e incluso la propia cabecera) que nos retrotraen al episodio Piloto de “Mujeres Desesperadas”, pero quiero pensar que más como homenaje a una de las series más influyentes de este siglo que como copia o plagio. Además, la segunda mitad de la temporada se vuelve quizás demasiado convencional  (por no decir básica otra vez) a la hora de desarrollar y dar cierre a alguna de sus tramas. Pero nada que no haga su visionado de lo más disfrutable.


Y al igual que decía hace unas semanas respecto a “Juegos Sagrados” sobre la necesidad de una polémica para dar aún más visibilidad a la serie, la de “La Casa de las Flores” viene de la mano de Paco León interpretando a Maria José, un personaje transexual, lo que ha despertado las iras del colectivo LGTB+ que considera que se debería haber contratado a un personaje realmente transexual en lugar de disfrazar de mujer a un hombre cisgénero para interpretar a un personaje transgénero. Es por eso que el personaje de Maria José se queda un poco a media gas sin llegar a ser realmente cómico (algo que supongo que la serie no quiso hacer por miedo) pero con un tono que no termina de encajar demasiado con el resto de personajes.

Pero incluso con sus imperfecciones y sus polémicas, “La Casa de las Flores” cumple de sobra su cometido. Es divertida, entretenida y nos da algunos de los momentos más divertidos de la televisión actual. Por eso me niego a calificarla de guilty pleasure. Es simplemente, la serie que quiere ser, y eso, en una televisión plagada de series pretenciosas cuyo único objetivo es sentar cátedra y pasar a la historia, es algo que debemos apreciar y valorar como se merece. 

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