lunes, 30 de septiembre de 2019

"EN EL CORREDOR DE LA MUERTE": la agonía de la verdad

El pasado viernes 13 de septiembre se estrenó en Movistar+ una de las mayores apuestas de la plataforma de cara a la recién estrenada temporada, “En el Corredor de la Muerte”, protagonizada por Miguel Ángel Silvestre y dirigida por Carlos Marqués-Marcet (director de “10.000 km”, “En Tierra Firme” y la reciente “Los días que Vendrán”). La miniserie, que toma como referencia el libro homónimo escrito por Nacho Carretero (y que también colabora en los guiones), se compone de cuatro episodios que ya están disponibles en Movistar+ y su plataforma para no abonados Movistar Lite.


“En el Corredor de la Muerte” narra la truculenta historia real de Pablo Ibar, que para los pocos que no le conozcan, se trata de un joven español que cumple condena de cadena perpetua en Estados unidos por un triple crimen que asegura no haber cometido y por el que lleva en la cárcel más de un cuarto de siglo. Una historia que ha copado minutos y minutos en informativos y programas de sucesos y que ahora conocemos gracias a esta miniserie desde una perspectiva mucho más personal y humana.


En 1994 Ibar fue detenido y acusado del asesinato de Casimir Sucharski, dueño de un bar que Ibar frecuentaba habitualmente, y dos bailarinas que trabajaban en él. Como única prueba contaban con una grabación de una rudimentaria cámara de seguridad en la que se veía a dos hombres cometer tal atrocidad, uno de ellos con cierto parecido físico con Ibar. No había ni rastro de ADN ni ningún otro elemento que justificase su detención. A partir de ahí comenzó el infierno personal del protagonista que fue condenado a pena de muerte y que lleva más de dos décadas intentando demostrar su inocencia. 


Detrás de “En el Corredor de la Muerte” se encuentra Bambú, la productora que ya llevó a la pequeña pantalla otro de los libros de Nacho Carretero, “Fariña”, convirtiéndose en una de las series mejor valoradas tanto por crítica como por el público de los últimos años. Bambú decidió contar con Miguel Ángel Silvestre como protagonista, con quien ya habían trabajado en “Velvet” y lo cierto es que Silvestre cumple su cometido con nota, no sólo en las partes más obvias del personaje como su acento, sino también bordando esa frustración y esa rabia que siente el personaje en cada escena y que en ocasiones se hace totalmente palpable al ser incapaz de hacer ver su verdad.

La serie retrata estos 25 años de agonía de Pablo Ibar y de todo su entorno, cómo han vivido estos protagonistas inesperados cada uno de los procesos judiciales y cada uno de los reveses que han ido viviendo y sufriendo a lo largo de todo este tiempo. Y es que uno de los aciertos de la miniserie es ampliar el foco de Ibar, que es indudablemente el protagonista del relato con su historia de tenacidad y lucha dentro de esas cuatro paredes, para mostrarnos la perspectiva también de aquellos que le rodean, su padre, su madre, su novia o incluso su abogado o el fiscal que intervino en los sucesivos juicios que se llevaron a cabo en todo este tiempo.

A pesar de que se toma ciertas licencias argumentales (lo cual es absolutamente normal para conseguir un relato veraz, pero que funcione televisivamente hablando), conocemos de primera mano cómo vive una madre el sufrimiento de ver a su hijo encerrado, la lucha de un padre por evitar que su hijo frecuentase determinados ambientes, el empeño de una novia por demostrar que el acusado había pasado la noche con ella en su casa o incluso la determinación de un fiscal por encontrar un culpable a lo sucedido de manera rápida, fácil y sin muchos quebraderos de cabeza.


Al final, el visionado de “En el Corredor de la Muerte” nos deja dos reflexiones, una más personal, la de un ser humano que lucha con todas sus fuerzas por demostrar su inocencia de una manera tenaz y sin perder de vista su objetivo, a pesar de las múltiples zancadillas que le ha ido poniendo el destino y por otro lado otra reflexión mucho más pragmática (y más cínica) y es que la justicia está en manos de aquellos que puedan costeársela y que en ocasiones la verdad es un camino demasiado costoso y es más fácil buscar el camino más corto aunque diste mucho de ser el real.

El proceso judicial de Pablo Ibar aún sigue abierto (durante la grabación de la miniserie vivió importantes novedades) y su abogado espera poder solicitar un nuevo juicio próximamente, por lo que, la historia de Pablo Ibar aún no cuenta con un final feliz (ni de ningún tipo). Mientras tanto, recomiendo el visionado de “En el Corredor de la Muerte”, una serie bien hecha, bien rodada, bien interpretada, dura pero igualmente entretenida y necesaria. Un nuevo acierto de Movistar+ que se une a la cada vez más larga lista de series de producción propia de la plataforma. 

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