lunes, 2 de septiembre de 2019

"LAS CHICAS DEL CABLE": política, reivindicación y sangre

Llega septiembre y con él la nueva temporada del blog y, para celebrarlo, qué mejor que estrenar nuevo diseño, que ya tocaba un lavado de cara después de tres años. Y para estrenar el nuevo curso he elegido una serie española de la que ya hemos hablado unas cuantas veces aquí en el blog. Y es que hace unas pocas semanas NETFLIX estrenó los ocho nuevos episodios de “Las Chicas del Cable”, la que fue su primera serie de producción española y que ya va por su cuarta temporada. Con un quinta ya en proceso de rodaje y que parece ser que nos meterá de lleno en la Guerra Civil, estos nuevos capítulos nos trasladan al principio de la República, justo un año después de los trágicos sucesos con los que cerramos la tercera temporada y que dejaban la vida de Francisco pendiendo de un hilo.


Como viene siendo habitual en cada temporada, cada una de las protagonistas tiene su trama individual (cada vez más insignificante, dicho sea de paso). Lidia sigue intentando rehacer su vida al lado de Carlos mientras Fernando sigue en coma tras haber salvado la vida de su hija Eva al final de la tercera temporada. Carlota sigue con sus aspiraciones por cambiar la sociedad de la época y ahora es candidata a la Alcaldía de Madrid. Marga, tras la aprobación de la ley del divorcio tan sólo un mes antes, se convierte en una de las primeras mujeres oficialmente separadas de España. Y Ángeles decide montar una escuela de formación en la compañía de teléfonos, lo que le sirve de tapadera perfecta para sus actividades ilícitas ahora que se ha convertido en el Mirlo.


Pero a pesar del espacio individual que tiene cada una esta temporada, el eje central lo constituye un asesinato (algo que está empezando a ser un elemento demasiado recurrente para una serie que en teoría se centra en un grupo de mujeres que trabajan en la primera compañía telefónica española). Y es que Carlota, digna precursora de Máximo Huerta en esto de las carreras políticas express, es acusada de la muerte de su rival político a la alcaldía de Madrid. Con sus huesos en la cárcel, cuenta con el apoyo de su grupo de amigas, es especial de Óscar, que da un paso más en su transición de género y que está dispuesto a cualquier cosa con tal de sacar a Carlota de prisión, incluso si eso conlleva inculparse a sí mismo.


Estos nuevos episodios vienen a demostrar que “Las Chicas del Cable” se vuelve más disfrutable cuanto más abraza el culebrón. Requiere, por tanto que el espectador deje de lado cualquier tipo de prejuicio o cualquier exigencia de verosimilitud para hacer del resultado final un entretenimiento digno de aguantar ocho episodios más. Da igual que las leyes del espacio/tiempo sean más susceptibles de alteración que en las dos últimas temporadas de “Juego de Tronos”. Aquí lo importante es que el espectador disfrute con  constantes giros de guion, innumerables dramas que aparecen y desaparecen y cientos de frases sacadas de libros de autoayuda en voz del personaje que interpreta Blanca Suárez.

Personajes que pasan en pocas escenas de estar en coma a correr por sus vidas; fugas de cárcel rematadamente inverosímiles; nuevos personajes que prometen dar que hablar y que desaparecen para no volver a hacer acto de presencia; tramas que se abren durante media temporada pero que se cierran en una sola escena. Es un poco duro decir que cualquier cosa vale, pero lo cierto es que Bambú es exactamente lo que está haciendo. Por eso, “Las Chicas del Cable” gustará a aquellos que ya son fans de las series marca de la casa o que ya han visto las tres primeras temporadas. Si no es así, ni lo intentes.


En cualquier caso, el punto fuerte de “Las Chicas del Cable” (y en esta temporada aún más) es en la unión de las cinco actrices protagonistas, una sororidad que ya conocíamos desde el primer episodio pero que se ha convertido en la seña de identidad y que hace que la serie brille cuando junta a sus cuatro/cinco protagonistas en escena. Da igual lo disparatada de la trama, siempre es un gusto disfrutar de estas cinco jóvenes actrices juntas. Unas actrices que de una manera u otra, representan a grupo de mujeres muy diferentes entre sí pero que en mayor o menor medida ayudan al espectador a visibilizar temas tan actuales como la lucha de las mujeres por la igualdad en los tumultuosos años 30, la diversidad afectivo-sexual y los derechos del colectivo LGTBI+. Sí, es cierto que en ocasiones los guiones tiran de ciertos anacronismos para reforzar el mensaje, pero bueno, la intención es lo que cuenta.

Particularmente, tuve mis problemas con el desarrollo de la tercera temporada, por lo que cogí estos nuevos episodios con más escepticismo que entusiasmo. Y eso quizás ha sido lo que ha hecho que los haya disfrutado mucho más, el hecho de contar con pocas expectativas. Me ha parecido, en todo momento, mucho más disfrutable y entretenida que sus anteriores episodios lo que me hace anhelar con ganas (y también un poco de miedo, no voy a negarlo) una quinta temporada con la Guerra Civil de fondo. Y es que para bien o para mal, esto es “Las Chicas del Cable”, señoras y señores. Lo toman o lo dejan. Yo de momento, lo tomo.

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