viernes, 18 de enero de 2019

"SEX EDUCATION": adolescencia sin tabúes

El género teen está viviendo su enésima resurrección y en gran medida se debe al buen funcionamiento que están teniendo las series de esta temática en NETFLIX. Que recuerde así de memoria se me vienen a la mente cuatro estrenos en el último año, “Todo es una mierda” con la nostalgia noventera como leitmotiv, “On My Block”, centrada en un barrio problemático de un suburbio americano, “Élite”, todo un fenómeno a nivel mundial y ahora nos llega “Sex Education” con el aliciente de reflejar los tabúes sexuales propios de la adolescencia de la mano de la Gillian Anderson, que siempre es un aliciente maravilloso.


Anderson interpreta a Jean, una liberada sexóloga que trabaja desde casa y que intenta educar a su hijo de manera honesta, sin tabúes y sexualmente desinhibida. Otis (interpretado por un súper abrazable Asa Butterfield, el niño de “La Invención de Hugo” #MadreMíaQueMayorEstá), por su parte, intenta superar su aversión al contacto sexual, propio y ajeno, sin que su madre se entrometa y le trate y psicoanalice como si de un cliente más se tratase. Pero claro, la “fobia a sexo” de Otis se complica no sólo por unos compañeros de instituto con las hormonas absolutamente descontroladas que parecen llevar escrita la palabra SEXO en la frente, sino también por la aparición de Maeve (Emma Mackey, que parece la hermana secreta de Margot Robbie), la típica “chica fuera de su alcance” hacia la que sentirá atracción instantánea.


Una carambola del destino (algo forzada, todo sea dicho) creará una alianza entre Otis y Maeve con el objetivo de ganar dinero a cambio de intentar aconsejar a otros alumnos en sus problemas sexuales. Aprovechando los conocimientos “heredados” de su madre, Otis ayudará a superar problemas de erección, vaginismo, fobia al sexo anal, enfermedades de transmisión sexual y un sinfín de problemas erótico-festivos en su instituto. Todo ello sin que nadie a su alrededor, excepto su mejor amigo Eric (Ncuti Gatwa, uno de los mejores personajes de la serie), abiertamente gay, sepa no sólo que es virgen sino que tiene fobia al sexo. 


A pesar de que “Sex Education” toma como referencia muchos de los tópicos del tan manido género de las series adolescentes, adoptando también esa estética retro tan de moda que hace dudar al espectador sobre la época en la que se desarrolla la acción (el vestuario y la decoración son rematadamente noventero pero llevan móviles de última generación), la serie resulta novedosa por haber dado una vuelta de tuerca con un tono de dramedia y unos personajes torpes e inexpertos más parecidos a lo que nosotros hemos vivido que a lo que vemos en “Élite”, por ejemplo. Sí, como toda serie teen anglosajona hay un capítulo centrado en un baile, pero también hay un esfuerzo por desenmascarar el tópico del adolescente como “hormonas andantes”.

Pero no sé por qué pero hay algo en el personaje interpretado por Gillian Anderson que me chirría. Mucho. Está como en una atmósfera aparte. Sólo en una ocasión (si no recuerdo mal) la vemos fuera de casa, es el único personaje adulto con trama y desarrollo propio y me da la impresión que está en una serie distinta al resto de personajes, como si una serie fuese la protagonizada por ella y su hijo con sus problema de comunicación y otra serie bien distinta la de su hijo en su día a día en el instituto con sus amigos y enemigos. No sé, puede que sea impresión mía pero es como si el peso que se le da al personaje de Jean es gracias a contar con una actriz de tanto prestigio como Anderson. De otro modo, sería un personaje tan secundario como el padre de Eric o el hermano de Maeve. Una Jean que reconozco que soporto gracias al amor incondicional que siento hacia la actriz, de otro modo me resultaría bastante antipática. 


Y precisamente eso es algo que sabe hacer “Sex Education” de manera magistral. El coger personajes antipáticos, o más que antipáticos, estereotipados y dotarlos de una humanidad que en muchos casos resulta conmovedora. Y no sólo hablo de personajes principales como Otis (de quien poco a poco vamos descubriendo el porqué de sus fobias en cuanto al sexo), Maeve (que va mucho más allá de ser la tía chunga del instituto) o  Eric (cuyo viaje emocional por culpa de la homofobia es sencillamente maravilloso), sino también secundarios como Adam, Jackson o Lily que al principio parecen simplemente el matón chungo, el deportista destinado al triunfo y la weirdo obsesionada con perder la virginidad pero de los que poco a poco vamos descubriendo un bagaje emocional, familiar y social que explica muchas cosas de su personalidad y comportamiento. Y hasta les entendemos y empatizamos con ellos. Unos personajes bien desarrollados independientemente de su tiempo en pantalla y que se nota que su creadora, la casi novata Laurie Nunn, ha tratado con mucho mimo.

Es por eso, además de por un último capítulo que ha sabido equilibrar todas las tramas y darles un cierre (temporal o definitivo, aún no lo sabemos) más que emotivo, por lo que el espectador va a terminar de ver “Sex Education” con una sonrisa y con verdaderas ganas de acompañarlos en su viaje hacia la edad adulta. Al fin y al cabo la moraleja que nos dejan estos notables ocho episodios es que, aunque suene a canción de Mecano, lo importante no es el sexo, sino la persona.


1 comentario:

  1. Hola Julito Diamond. Muy buen análisis. A mi también me ha gustado mucho la serie.Justamente ayer comentaba el magnífico final del capítulo 7. El autobús de la sororidad.

    https://www.facebook.com/maria.verchili?__tn__=%2CdC-R-R&eid=ARAxnK5vqy5O-KeaEdtVtOcxu23t6_GKkp14KZG-Wdr2eGbXmq02o8PpQAqtaEWdkaHbSAWz86T0wqae&hc_ref=ARQdrOw2NeOG5YtswA4aksxAT-btmtxYcacCdh0xP5XYCR3FCZa3eg7QL70PxPiAQAw&fref=nf

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