lunes, 21 de mayo de 2018

"RIVERDALE": la tormenta que nunca pasa

La segunda temporada de “Riverdale” ha llegado a su fin hace unos días en Movistar+ y después de 22 intensos episodios, y con la renovación para una tercera temporada bajo el brazo, toca hacer balance de lo mejor y lo peor que nos han dejado estos capítulos. Ni que decir tiene que este post viene cargadito de spoilers, por lo que si no has terminado la temporada aún, te recomiendo que no sigas leyendo.


El principal nombre que ha marcado esta segunda temporada de “Riverdale” ha sido el de “Black Hood”, el despiadado asesino encapuchado que se ha dedicado a hacer daño a todo aquel que se le pasase por delante. En la primera mitad de la temporada fue el eje central de todas las tramas y tras el falso descubrimiento de su identidad, volvió con más fuerza que nunca en los últimos episodios para sembrar de nuevo el pánico en Riverdale. Al final resultó ser el propio padre de Betty, Hal Cooper (Lochlyn Munro), quien después de recordar un trauma del pasado tras un discurso de la propia Betty decide abrazar la oscuridad que lleva dentro con el fin de conseguir el mismo resultado en su hija.


Pero dejando de lado el tema de la identidad de “Black Hood” lo cierto es que la serie ha sabido dar a cada uno de los personajes principales la atención y el protagonismo que se merecen. Pero al igual que ha ocurrido en la primera temporada, los personajes femeninos han sido los que han captado más y mejor la atención del espectador. Con Betty (Lili Reinhart) y Veronica (Camila Mendes) cada vez más del palo de Serena y Blair de “Gossip Girl” la que se ha llevado el gato al agua ha sido Cheryl (Madelaine Petsch) que ha sabido sacar fuego de cada una de sus escenas y a la que la combinación entre Caperucita Roja y la Katniss Everdeen de “Los Juegos del Hambre” le ha sentado a las mil maravillas. 


Además, cada uno de los episodios ha estado plagado, como ya nos tenían acostumbrados, de multitud de guiños y referencias a otras obras de la cultura pop, no sólo del cómic de “Archie” en el que se basa (han sido múltiples las referencias a “Sabrina” ahora que se prepara su reboot en NETFLIX) sino también en obras maestras del cine como “El Padrino”, “Qué fue de Baby Jane” o “Pulp Fiction”. Y por si fuera poco, la trama del asesino encapuchado nos ha dejado múltiples referencias a obras clave del género de terror/thriller como “El Silencio de los Corderos”, “Zodiac”, “La Semilla del Diablo”, “El Resplandor” o “Viernes 13”.

Pero si bien es cierto que toda la temporada ha sido divertida y entretenida, tengo que reconocer que todo lo que rodea al personaje de Hiram Lodge me da una pereza tremenda. No sólo creo que su presencia en la serie no aporta nada que no hayamos visto en millones de series de este tipo, sino que además creo que perjudica y fagocita todo lo que le rodea, empezando por el personaje de su propia esposa Hermione (Marisol Nichols), que en estos episodios se ha dedicado exclusivamente a seguir los dictámenes de su marido y a llevarle la contraria a su hija. Y lo que es peor, a tenor de lo visto en el último episodio, parece que la presencia del patriarca de los Lodge en la tercera temporada de la serie va a ser más importante aún. 

No sólo eso, sino que además los dos protagonistas masculinos de la serie, Archie (K.J. Apa) y Jughead (Cole Sprouse) tampoco han estado muy atinados con su comportamiento en estos capítulos. El primero porque decidió durante unos cuantos capítulos dar la espalda a su propio padre (hay que ser gilipollas para darle la espalda a Luke Perry) para convertirse en el lameculos esbirro cutre de Hiram Lodge y el segundo porque en su intento de salvaguardar el honor de los Serpents a toda costa, ha resultado más cansino que efectivo. 


Pero independientemente de estos detalles, aquellos que disfrutaron, entre los que me incluyo, de la primera temporada de “Riverdale”, habrán disfrutado tanto a más con esta segunda. Y es que la serie ha sabido vencer ese miedo que yo particularmente tenía de ver cómo pasaba de 13 capítulos en su primera tanda de episodios a los 22 de la segunda y de cómo esto podía afectar al ritmo general de la serie. Pero Roberto Aguirre-Sacasa y el resto de guionistas han sabido mantener el nivel de atención del espectador con constantes giros de guión, unas veces mejor llevados que otros, pero siempre solventes. 

Ahora, de cara a la tercera temporada, nos queda por saber no sólo si Hiram conseguirá su objetivo de hacerse con toda la ciudad (de momento ya es amo y señor de Southside), sino también cómo conseguirá Archie salir de la cárcel tras esa (maravillosa) última escena de su detención con el himno de los Estados Unidos sonando de fondo. Y sin olvidarnos, por supuesto, de si verdaderamente la identidad del asesino que se dedica a imitar a Black Hood es la que nos han contado (que por la rapidez con la que han cerrado el caso parece que no). Así que disfrutemos del descanso porque después del verano las cosas en Riverdale van a volver a ponerse muy pero que muy tensas.

Por cierto, ojalá una serie propia para Alice Copper. Reina.

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