lunes, 31 de octubre de 2016

"CHANNEL ZERO: CANDLE COVE": traumas infantiles según SyFy

Hace un par de semanas el canal SyFy estrenó una de sus mayores apuestas de la temporada y que de momento tiene absolutamente descolocados tanto al público como a la crítica. Se llama “Channel Zero: Candle Cove” y supone un nuevo intento de llevar el mejor terror a la televisión, tan de moda esta temporada con el regreso de “American Horror Story” a la primera división seriéfila o el estreno de la muy estimulante adaptación de “The Exorcist”. Y aprovechando que estamos en pleno auge de la temática Halloween, qué mejor momento para comentar una de las temáticas más terroríficas de lo que llevamos de temporada seriéfila.


“Channel Zero: Candle Cove” contará con temporadas cortas de tan sólo seis episodios para no perder ni alargar innecesariamente la magia y la atmósfera que se consigue en cada uno de los episodios. Y cada una de ellas adapta una historia “creepypasta”. ¿Y qué es el creepypasta? Pues algo que hasta hace un par de episodios yo desconocía totalmente. Y para simplificarlo, podríamos decir que son las típicas historias de temática de terror que circulan por mails en cadena, redes sociales y foros (precisamente toman su nombre del típico COPY+PASTE que les sirve como medio transmisor) y que mezclan leyendas urbanas, cuentos de terror ficticios y la aportación que cada lector puede ir dándole según la van leyendo.

Esta primera temporada cuenta la leyenda urbana de un supuesto programa de televisión  llamado “Candle Cove” que aterrorizaba a los niños en la década de los 70. El programa no tenía nada de terrorífico sino que eran unos simples piratas de trapo que surcaban los mares buscando tesoros, pero los niños, después de verlo empezaban a sufrir cambios en su carácter y pesadillas nocturnas que duraban semanas y meses. Y lo de supuesto viene porque ese programa en realidad nunca existió sino que forma parte del propio “creepypasta” (algo así como lo de Ricky Martin y la mermelada en “Sorpresa, Sorpresa” pero más horripilante. Bueno, quizás no…).


Uno de estos afectados por “Candle Cove” es Mike Painter (interpretado por Paul Schneider al que hemos visto en “Parks and Recreations”), cuya infancia estuvo marcada por la desaparición de su hermano gemelo y la muerte en extraña circunstancias de otros cuatro niños más de su misma edad cuyos cadáveres fueron encontrados colgando de las ramas de un árbol (hola “True Detective”, hola “Hannibal”). Todo ello después de la emisión de la serie. Ahora, ya de adulto y dedicado en cuerpo y alma a la psicología infantil, empieza a tener pesadillas en las que ve que tiene que regresar a Iron Hills, su pueblo de la infancia y lugar en el que los extraños hechos tuvieron lugar. Y es que parece que los hechos ocurridos el 1988 parecen estar a punto de volver a producirse.

Y así es. Poco después de la llegada de Mike y tras reencontrarse con su madre Marla (interpretada por Fiona Shaw, la tía Petunia de la saga Harry Potter y la maravillosa Antonia Gavilán de Logroño de “True Blood”) que aún vive traumatizada por la desaparición de uno de sus hijos, se produce la desaparición de Katie, la hija del matrimonio formado por Gary y Jessica, antiguos amigos de la infancia de Mike. Tras su reaparición la niña, a la que ahora le faltan dos dientes, afirma haber visto  poco antes de su desaparición un programa de televisión poco antes que encaja con aquel que los ahora ya adultos Mike, Gary y Jessica vieron y sufrieron de pequeños. A pesar de ello, las primeras sospechas recaen sobre el propio Mike tras su misterioso regreso al pueblo justo antes de la desaparición de la niña. Este tendrá no sólo que demostrar su inocencia, sino convencer a todo el mundo de que “Candle Cove” ha regresado.


Si bien no podemos decir que “Channel Zero: Candle Cove” tenga un ritmo trepidante, la serie sabe como ganarse la atención del espectador con una tensión muy bien administrada. Gran parte de ese mérito proviene de una atmósfera tan gris y espesa como la situación que está viviendo su propio protagonista. Además, la acción en tiempo presente se ve alterada por numerosos flashbacks que sirven para contarnos lo vivido por los por entonces críos y que tanto temor les ha causado con el paso del tiempo. Todo ello hace que el resultado final sea más cercano a las novelas de Stephen King que al terror más “estético” que Ryan Murphy borda en “American Horror Story”). Y en parte es debido también a la ausencia de una música o una subida de audio que acompañe los momentos más inquietantes (truco tan manido como efectivo, por otra parte). 

Y como la cosa hoy va de no hacer spoilers, no puedo desvelar cierto giro en los acontecimientos en el primer episodio que hace que la serie adquiera un toque aún más macabro y malsano si cabe. Eso tendréis que verlo vosotros mismos.


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