miércoles, 27 de febrero de 2019

"RUSSIAN DOLL", un "Atrapado en el Tiempo" para millenials

La locomotora seriéfila de NETFLIX sigue en plena forma y hace un par de semanas llegó a nuestras pantallas “Russian Doll”, una serie de ocho episodios protagonizada por Natasha Lyonne (la siempre maravillosa Nicky Nichols de “Orange is The New Black”) que además ejerce aquí de creadora y guionista junto a Amy Poehler y Leslye Headland. La serie tiene una nota de un 8.9 en Metacritic por lo que me he decidido a darle una oportunidad y comprobar en mis propias carnes si merece tanto la pena o no.


“Russian Doll” arranca con su protagonista, Nadia, una ingeniera de videojuegos, en el baño de la casa de su amiga Maxine donde tiene lugar la celebración de su 36º cumpleaños. De fondo suena “Gotta Get Up” de Harry Nilsson y Nadia tiene más ganas de encontrar a su gato que lleva perdido varios días que de socializar con toda esa gente que se ha reunido ahí para celebrar su cumpleaños. Entre copa y porro se liga a un tío pero la alegría no le dura mucho porque en cuanto pone un pie en la calle es atropellada mortalmente. 


En la siguiente escena vemos a Nadia, de nuevo, en el baño de casa de su amiga, de nuevo y con “Gotta Get Up” sonando, sí, en efecto, de nuevo ¿Qué está pasando? ¿El atropello ha sido un sueño? ¿O acaso lo es esa sensación de estar viviendo otra vez lo que acababa de suceder pocos minutos antes? La respuesta es mucho más sencilla, y es que Nadia vive en un bucle de muerte-resurrección del que es incapaz de escapar ¿Y cómo lo comprueba? Pues volviendo a morir. Y volviendo a resucitar. Y vuelta a empezar.


Así, a lo largo de los episodios iremos viendo como Nadia muere cada vez de una manera distinta y en una ocasión distinta (OJO SPOILERS A PARTIR DE AQUÍ). Al atropello mortal del primer episodio tenemos que sumar múltiples caídas por las escaleras de casa de su amiga, un ataque de asma, un tiro en la sien, aplastada por un aparato de aire acondicionado o atragantada con un hueso de una alita de pollo. Entre muerte y muerte irá investigando las causas del bucle en que se encuentra ¿puede que haya sido el porro que se ha fumado? ¿O acaso el edificio en que se encuentra tiene algún tipo de relación con sus múltiples muertes? Eso es algo que iremos descubriendo a lo largo de los episodios a la vez que la propia Nadia.

Lo curioso es que la protagonista recuerda todas y cada una de sus muertes (por lo que irá aprendiendo a sortearlas), pero la gente que le rodea no tiene ni idea de lo que ocurre y viven cada nueva aparición de Nadia como si fuese la primera vez. Pero, ¿qué pasa si no es la única en esa misma situación? ¿Qué pasa si hay alguien más que vive atrapado en ese bucle continuo en el que no se puede escapar ni de la muerte ni de la resurrección? Nadia no tendrá más remedio que ir abriendo esas muñecas rusas (de ahí el título de la serie) e ir indagando en su presente, pero sobre todo en su pasado.

Gracias a sus múltiples vidas, iremos conociendo aspectos del pasado de Nadia que nos irán descubriendo su verdadera personalidad. La religión o una infancia marcada por una madre desequilibrada son sólo algunos de los aspectos que iremos conociendo de una protagonista que refleja muy bien la crisis que supone llegar a los treinta y tantos y tener la sensación de no saber qué hacer con tu vida.


Y esa es la metáfora que mejor funciona de “Russian Doll”, la del reflejo de una generación que no encuentra conexiones ni con el pasado ni con el futuro. Una generación que a base de menosprecio y dejadez se ha vuelto despreocupada, incapaz de afrontar compromisos que supongan cierta estabilidad y que no logra encontrar un lugar ni en el mundo ni en los libros de historia. Desde dos puntos de vista diametralmente opuestos, el de Nadia y el de Alan, otro personaje del que mejor no desvelar mucho, descubrimos el espíritu caótico de una generación que lo ha tenido todo pero a la que no le han dado la oportunidad de demostrar nada; que ha logrado conectar con cualquier rincón del mundo pero que no ha sido capaz de encontrar su espacio en ningún sitio.

Todo ello bajo una capa de “modernez” que para algunos espectadores puede resultar repelente y demasiado pretenciosa (yo en algunos momentos lo he pensado) pero que una vez que entras en el juego y descubres lo que Lyonne y compañía te quieren contar, resulta de lo más interesante. Sí, lo sé, en este post he utilizado las interrogaciones más de lo que debería, pero si queréis obtener respuesta a todas estas preguntas, ya sabéis dónde encontrarlas, en NETFLIX.

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