Aquellos que sigáis habitualmente el blog sabéis que considero “The
Americans” como una de las mejores series que se emiten actualmente en televisión. Este drama del canal FX centrado en dos espías de la KGB que
durante la Guerra Fría viven una doble vida haciéndose pasar por un matrimonio
de clase media de un barrio de las afueras de Washington, terminó el 2015
colándose merecidamente en muchas de las listas de lo mejor del año aunque para
el público mayoritario y para gran parte de la crítica aún sea una completa
desconocida. El estreno esta semana de la cuarta temporada parece el momento
perfecto para reivindicar una serie que no debe pasar desapercibida.
Uno de los aspectos más destacados
de la serie es su cuidado aspecto artístico. La rigurosa ambientación de la
década de los 80 a través de aspectos cotidianos como el vestuario o la amplia
gama de pelucas con la que los protagonistas intentan pasar desapercibidos
durante sus intervenciones no son más que la punta de lanza de un minucioso
trabajo de reproducción de una época que aunque pueda parecer no muy lejana,
en algunos aspectos resulta totalmente desconocida. Aquí las escuchas se
realizan con bolígrafos que esconden micrófonos y se graban en mini casettes.
Nada de tecnología digital ni drones. Además, una cuidada selección musical se
encarga de transportarnos tres décadas atrás. Fleetwood Mac, Peter Gabriel, Fad
Gadget, The Cure, Roxy Music, Roberta Flack y un sinfín de temas ochenteros que
suenan de manera muy acertada en los momentos más apropiados.
Y si destacamos el aspecto artístico
no podemos pasar por alto las excelentes interpretaciones. La maravillosa
química entre sus dos protagonistas, interpretados por Matthew Rhys y Keri Russell
se complementa a la perfección con un elenco de secundarios tan bien escritos
como interpretados. Destacable el personaje de Paige, hija mayor del matrimonio
protagonista e interpretada por Holly
Taylor. El crecimiento personal que vive el personaje a lo largo de las
temporadas hace ver que existen (aunque sean pocos) personajes adolescentes
tratados con madurez, inteligencia y respeto, algo que pocas series parecen
conseguir (aún estamos intentando olvidar la odiosa Dana de “Homeland”). Y las
apariciones estelares de pesos pesados interpretativos como Margo Martindale (que ganó el EMMY
gracias a su personaje de Claudia) y Frank
Langella no hacen más que elevar el nivel interpretativo de la serie.
Y todo ello, lo técnico y lo
artístico está genialmente combinado en unos guiones que hilan perfectamente el
drama familiar y el thriller de espionaje. Guiones que han sabido ir in crescendo capítulo tras capítulo y
temporada tras temporada. Creciendo en drama, en tensión y en ingenio a la hora
de alternar una escena en las que los protagonistas casi dan su vida por una
misión para a continuación retratar un típico desayuno en familia con los
problemas de unos hijos adolescentes que empiezan a preguntarse dónde estaban
sus padres la noche anterior. Y eso precisamente es lo que desencadena el final
de la tercera temporada y cuyas consecuencias empezaremos a vislumbrar con el
inicio de la cuarta.
(A partir de aquí spoilers del primer capítulo de la cuarta temporada)
Cuando al final de dicha tercera
temporada de “The Americans” vimos
como Paige hacía volar todo por los aires, supimos que esta cuarta tanda de
episodios iba a ser decisiva para el devenir de los Jennings y el resto de personajes que componen la serie. Esa
permanente bomba a punto de explotar parecía por fin haberse quedado sin mecha
y las consecuencias iban a ser inminentes y devastadoras. Y esta cuarta
temporada empieza justo ahí, en el momento en que todos los personajes se dan
cuenta que todo va a cambiar. Elizabeth
tiene que afrontar las consecuencias de su viaje a Alemania para visitar a su
moribunda madre mientras intenta que su propia hija deje de verla como una
desconocida tras desvelarle su verdadera identidad. Y su marido Philip por su parte tiene cada vez más
dificultad para asumir las consecuencias psicológicas derivadas de una vida
dedicada al espionaje, la traición y el engaño. Ambos aún desconocedores de los
actos de su hija Paige a sus espaldas, tendrán en la transmisión de armas
biológicas la nueva misión que parece que será el eje de esta nueva temporada. Por
otro lado, Martha, al conocer la
muerte de Gene, deberá afrontar que sus actos, aunque inocentes y carentes de
maldad, tienen sus consecuencias. Consecuencias que en su caso podrán jugarle
una mala pasada no sólo en el aspecto personal sino también en el profesional.
Por delante tenemos doce
capítulos más para ver como Elizabeth y Philip intentan salir indemnes de las
complicadas situaciones con las que se verán obligados a lidiar esta temporada.
Al fin y al cabo, lo llevan consiguiendo desde el inicio de la serie, pero ¿lo
conseguirán esta vez?
No hay comentarios:
Publicar un comentario