lunes, 21 de marzo de 2016

"The Americans": rusos viviendo la American Life

Aquellos que sigáis habitualmente el blog sabéis que considero “The Americans” como una de las mejores series que se emiten actualmente en televisión. Este drama del canal FX centrado en dos espías de la KGB que durante la Guerra Fría viven una doble vida haciéndose pasar por un matrimonio de clase media de un barrio de las afueras de Washington, terminó el 2015 colándose merecidamente en muchas de las listas de lo mejor del año aunque para el público mayoritario y para gran parte de la crítica aún sea una completa desconocida. El estreno esta semana de la cuarta temporada parece el momento perfecto para reivindicar una serie que no debe pasar desapercibida.


Uno de los aspectos más destacados de la serie es su cuidado aspecto artístico. La rigurosa ambientación de la década de los 80 a través de aspectos cotidianos como el vestuario o la amplia gama de pelucas con la que los protagonistas intentan pasar desapercibidos durante sus intervenciones no son más que la punta de lanza de un minucioso trabajo de reproducción de una época que aunque pueda parecer no muy lejana, en algunos aspectos resulta totalmente desconocida. Aquí las escuchas se realizan con bolígrafos que esconden micrófonos y se graban en mini casettes. Nada de tecnología digital ni drones. Además, una cuidada selección musical se encarga de transportarnos tres décadas atrás. Fleetwood Mac, Peter Gabriel, Fad Gadget, The Cure, Roxy Music, Roberta Flack y un sinfín de temas ochenteros que suenan de manera muy acertada en los momentos más apropiados.

Y si destacamos el aspecto artístico no podemos pasar por alto las excelentes interpretaciones. La maravillosa química entre sus dos protagonistas, interpretados por Matthew Rhys y Keri Russell se complementa a la perfección con un elenco de secundarios tan bien escritos como interpretados. Destacable el personaje de Paige, hija mayor del matrimonio protagonista e interpretada por Holly Taylor. El crecimiento personal que vive el personaje a lo largo de las temporadas hace ver que existen (aunque sean pocos) personajes adolescentes tratados con madurez, inteligencia y respeto, algo que pocas series parecen conseguir (aún estamos intentando olvidar la odiosa Dana de “Homeland”). Y las apariciones estelares de pesos pesados interpretativos como Margo Martindale (que ganó el EMMY gracias a su personaje de Claudia) y Frank Langella no hacen más que elevar el nivel interpretativo de la serie.

Y todo ello, lo técnico y lo artístico está genialmente combinado en unos guiones que hilan perfectamente el drama familiar y el thriller de espionaje. Guiones que han sabido ir in crescendo capítulo tras capítulo y temporada tras temporada. Creciendo en drama, en tensión y en ingenio a la hora de alternar una escena en las que los protagonistas casi dan su vida por una misión para a continuación retratar un típico desayuno en familia con los problemas de unos hijos adolescentes que empiezan a preguntarse dónde estaban sus padres la noche anterior. Y eso precisamente es lo que desencadena el final de la tercera temporada y cuyas consecuencias empezaremos a vislumbrar con el inicio de la cuarta.


(A partir de aquí spoilers del primer capítulo de la cuarta temporada)

Cuando al final de dicha tercera temporada de “The Americans” vimos como Paige hacía volar todo por los aires, supimos que esta cuarta tanda de episodios iba a ser decisiva para el devenir de los Jennings y el resto de personajes que componen la serie. Esa permanente bomba a punto de explotar parecía por fin haberse quedado sin mecha y las consecuencias iban a ser inminentes y devastadoras. Y esta cuarta temporada empieza justo ahí, en el momento en que todos los personajes se dan cuenta que todo va a cambiar. Elizabeth tiene que afrontar las consecuencias de su viaje a Alemania para visitar a su moribunda madre mientras intenta que su propia hija deje de verla como una desconocida tras desvelarle su verdadera identidad. Y su marido Philip por su parte tiene cada vez más dificultad para asumir las consecuencias psicológicas derivadas de una vida dedicada al espionaje, la traición y el engaño. Ambos aún desconocedores de los actos de su hija Paige a sus espaldas, tendrán en la transmisión de armas biológicas la nueva misión que parece que será el eje de esta nueva temporada. Por otro lado, Martha, al conocer la muerte de Gene, deberá afrontar que sus actos, aunque inocentes y carentes de maldad, tienen sus consecuencias. Consecuencias que en su caso podrán jugarle una mala pasada no sólo en el aspecto personal sino también en el profesional.


Por delante tenemos doce capítulos más para ver como Elizabeth y Philip intentan salir indemnes de las complicadas situaciones con las que se verán obligados a lidiar esta temporada. Al fin y al cabo, lo llevan consiguiendo desde el inicio de la serie, pero ¿lo conseguirán esta vez?


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