Todos los que a mediados de la
década de los 90 cenábamos frente al televisor a la hora del Telediario
recordamos el juicio contra O.J. Simpson a pesar de que pocos conocíamos los
logros deportivos que años atrás habían convertido a este en uno de los mayores
iconos para la comunidad afroamericana del finales del siglo XX. Ahora, veinte
años después, Ryan Murphy, creador de series como “American Horror Story” o
“Glee” nos mete de nuevo en los pormenores de aquel juicio que supuso un antes
y un después para la sociedad norteamericana y para la visión que esta tenía
del problema racial, de la figura de la mujer y del nuevo papel del periodismo
y los medios de comunicación.
En junio de 1994, los cadáveres
de Nicole Brown y su amigo Ronald Goldman fueron hallados en la vivienda que
ella tenía en un lujoso barrio de las afueras de Los Ángeles. Todas las pruebas
apuntaban a O.J. Simpson, ex marido de Nicole y antigua estrella del fútbol
americano quien en un ataque de celos había decapitado a su ex y apuñalado
hasta la muerte al que creía que era su nuevo amante. Al verse acorralado, O.J.
decide huir en su Ford Bronco con su amigo Al Cowlings al volante en una de las
fugas más delirantes de la historia de los Estados Unidos y que fue
retransmitida en directo por todas las cadenas norteamericanas y por ende, de
medio mundo. Tras ser convencido por su amigo Robert Kardashian de entregarse a
la policía, se enfrentará a uno de los juicios más mediáticos de la historia.
Juicio que se prolongó durante casi un año y que se convirtió en asunto de
estado y en el único tema de conversación de la sociedad del momento.
Uno de los aspectos que mejor
refleja la serie es la tensión racial que aún se sentía en las calles de
Estados Unidos. La comunidad negra, haciendo caso omiso a las pruebas, se
negada a dejar caer a su ídolo. Algo que el abogado defensor Johnnie Cochran
supo utilizar muy inteligentemente a su favor convirtiendo el juicio por
asesinato en un proceso judicial contra un negro, o mejor dicho contra una raza entera
que llevaba décadas y siglos sufriendo la opresión de la sociedad absolutamente
racista. Ya no importaba si O.J. era inocente o culpable (en realidad todo el
mundo sabía que él era lo segundo), lo importante realmente era si el jurado
popular iba a ser capaz de condenar a un negro o no. Jurado que previamente
había sido cuidadosamente elegido por el equipo de abogados defensor para que
contuviera el mayor número posible de afroamericanos sabiendo el apoyo
incondicional de estos hacia su ídolo. Tampoco ayudó la racista policía de Los
Ángeles encabezada por la figura del detective Mark Fuhrman que fue uno de los
primeros en llegar a la escena del crimen y que encontró sangre de Nicole en la
camioneta de O.J. Argumento que el jurado obvió al descubrir que este había
mentido bajo juramento asegurando que nunca había proferido insultos racista
cuando unas grabaciones demostraron justo lo contrario.
Este juicio televisado también
sirvió para otorgar a los medios de comunicación un papel hasta entonces
desconocido en la década de los 90. Si hasta entonces los periodistas tenían
meramente el papel de informar, la mediatización de todos y cada uno de los
aspectos alrededor de los protagonistas del juicio otorgó a estos el poder de
actuar como un juez más. Y quien más perjudicado salió de tal juicio mediático
fue la fiscal Marcia Clark quien vio, simplemente por el hecho de ser una mujer
en un puesto de poder como cada uno de sus movimientos durante el juicio (y
también de su pasado) eran analizados y escrutados con sangrienta crueldad.
Todo el diseño de producción
recrea de una manera maravillosa la década de los 90. Toda la tecnología y el
vestuario de la época están medidos al detalle. Incluso el montaje, los rótulos
o el uso de la cámara parecen sacados de aquellos años. Pero por si algo
destaca “The People vs O.J. Simpson” en
todos y cada uno de los 10 capítulos que componen esta temporada es por acierto
a la hora de elegir el reparto. Una inmensa Sarah Paulson (si su exquisita
interpretación de la fiscal Marcia Clark no le da su tan merecido EMMY quizás
debería pensar en dejar de intentarlo) que no se achanta ante el reparto
masculino encabezado por Cuba Gooding Junior, John Travolta y Courtney Vance,
interpretando al propio O.J. y dos de sus abogados Robert Saphiro y Johnnie
Cochran respectivamente. Aunque si alguien ha conseguido convencerme, ese es
David Schwimmer quien cumple con creces la tarea de olvidar al Ross Geller de
“Friends” interpretando a Robert Kardashian, amigo personal y abogado del
acusado (además de ser el patriarca de una de las familias más deleznables mediáticas de
la sociedad norteamericana quienes, por cierto, también aparecen en algún
capítulo), que refleja a la perfección cómo este va perdiendo poco a poco la
confianza ciega que había depositado en su amigo al ver que todas las pruebas
apuntan en su contra.
Altamente recomendable esta
primera temporada de “American Crime Story” que el año que viene, como viene
siendo habitual en este tipo de proyectos, cambiará totalmente de temática.
Vaticinamos amplia presencia en la próxima temporada de premios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario