Tengo que empezar este post reconociendo que tardado demasiado en ver la segunda temporada de “The Good Place”, pero es que hoy en día tenemos tal cantidad de estrenos, renovaciones y cancelaciones casi a diario que me resulta imposible llevar al día todas las series en las que estoy interesado. Pero el sabio refranero español dice que nunca es tarde si la dicha es buena, y también que más vale tarde que nunca, así que no me ha quedado más remedio que hacerle caso a tan sabia tradición patria y disfrutar de estos nuevos 12 episodios (13 si contamos con que el primero es doble) casi del tirón y sin pausa.
Habíamos terminado la primera temporada con un cliffhanger de esos que te hacen maldecir todos y cada uno de los días que quedan hasta su regreso. Recordemos que Eleanor, Chidi, Tahani y Jason se habían pasado toda la temporada creyendo que se encontraban en el lado bueno (ellos y todos los espectadores). Pero en el último episodio por fin descubrían que habían sido enviados al lado malo y que todo lo que habían vivido a lo largo de los trece episodios no era más que un método de tortura elaborado por Michael (interpretado por el cada vez más inspirado Ted Danson). Es por ello que, tras ser descubierto, este no ve otra salida que volver a reiniciarlos, es decir, volver al momento exacto en que tras fallecer llegaban a ese “nuevo mundo”.
A partir de aquí, spoilers de la segunda temporada de “The Good Place”.
Pero gracias a una nota que Eleanor había escondido en la boca de la asistente virtual Janet (en serio, uno de los mejores personajes secundarios cómicos que he visto en mucho tiempo) no tardan en descubrir de nuevo que están en el “lado malo”. Por lo que Michael vuelve a reiniciarlos. Otra vez. Y otra. Y otra. Y otra. Hasta que después de más de 800 reinicios y sus posteriores descubrimientos, Michael decide rendirse y toma la decisión de unirse al enemigo haciendo un trato con ellos en el que él no es descubierto y el grupo no tiene que pasar por constantes reboots.
Se inicia a partir de ese momento la parte más interesante de la temporada en la que cada personaje tiene que buscar su propia redención personal con el objetivo de ser lo suficientemente bueno como para poder acceder al lado bueno. Todo ello sin dejar de conocer nuevas formas de tortura, nuevas filosofías y nuevas éticas que no hacen más que aumentar la mitología de la serie. Una mitología cimentada en una evolución continua sin miedo al cambio que pocas veces (por no decir ninguna) hemos visto en una comedia de 22 minutos por episodio.
Si la primera temporada de “The Good Place” ya había logrado llamar la atención, esta segunda ha confirmado las buenas impresiones que nos había dejado. No era fácil continuar esta serie siguiendo la trama que conocimos en sus primeros capítulos, y más después del épico giro de guión con el que terminaron su primeros 13 episodios. Por ello, su creador Michael Schur (que se encuentra detrás de otras joyas como “Parks and Recreation” o “The Office”) decidió dar un nuevo rumbo a esta segunda temporada llevando la trama un poquito más lejos y poniendo a sus protagonistas en una situación en la que no les habíamos visto aún. Y hay que reconocer que ha funcionado de una manera sobresaliente.
Gran parte de ese buen funcionamiento radica en la maravillosa química entre los seis personajes protagonistas. Eleanor, Chidi, Tahani y Jason interactúan en grupo prácticamente la totalidad de la temporada, por lo que la química entre ellos es fundamental. Además, todos y cada uno de los gags funcionan como un reloj y cada uno de ellos ha tenido su pequeño espacio de lucimiento que les ha permitido brillar de manera individual sin ensombrecer a ninguno de sus compañeros. El personaje interpretado por Kristen Bell no ha dejado de ser protagonista, pero la serie ha ganado en coralidad.
No puedo dejar de recomendar entonces que le déis una oportunidad a “The Good Place” que además está disponible al completo en NETFLIX. Es sin duda una de las comedias más estimulantes de la actualidad y a los diferentes comités y academias que entregan los premios anuales deberían sentirse avergonzados de no incluirla, al menos, entre sus grupos de nominadas. Méritos para ello tiene más que de sobra, desde luego. Si se emitiese en cualquier cadena por cable, seguro que gozaría de más atención mediática, pero al emitirse en la NBC, el snobismo puede hacerle sombra.
La serie ya ha sido renovada por una tercera temporada y para no romper con la rutina, el último episodio de la segunda nos ha dejado con otro cliffhanger que promete, y mucho. Y yo juro que no voy a volver a esperar tanto tiempo para verla y llevar su visionado al día, que “The Good Place” se lo merece.
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