martes, 6 de marzo de 2018

"DIVORCE": cuando el divorcio no es la solución

Este pasado domingo se emitió en HBO el último episodio de la segunda temporada de “Divorce”, la serie que la icónica Sarah Jessica Parker protagoniza en HBO, el canal que le convirtió en icono con “Sexo en Nueva York” y que en España podemos ver gracias a su plataforma online HBO España justo al día siguiente de su emisión en tierras americanas. Ocho nuevos capítulos que han hecho que me enamore aún más no sólo de SJP, sino también de la Frances que interpreta aquí. ¡Cuidado! Este post contiene spoilers de esta segunda temporada de "Divorce".


Y es que esta segunda temporada empieza haciendo honor al propio título de la serie, porque tras la separación inicial y las primeras dudas por parte tanto de Frances como de Robert que vimos en la primera temporada, lo primero que vemos en esta segunda es cómo hacen oficial su divorcio. Pero a pesar de que ambos consideraban la firma de los papeles como la oportunidad definitiva para rehacer sus vidas alejado el uno del otro, poco a poco irán descubriendo que sigue y seguirá habiendo una serie de condicionantes que les obligará a entenderse. Es decir, en lugar de una nueva vida, lo único que han conseguido es seguir con la misma, pero con más problemas.


El primero de esos condicionantes que les obligará a entenderse son sus dos hijos. Una chica, Lila, que está atravesando la típica etapa post-divorcio en la que vuelca toda su frustración contra uno de sus progenitores por ser la causa aparente de todas sus desgracias (y que en este caso no es otra que su madre Frances); y un chico, Tom, que empieza a tener sus primeros y tan trascendentales escarceos amorosos (y como es habitual en estas edades, con la persona menos apropiada). Pero no serán él el único inmerso en el terreno sentimental, ya que tanto Frances como Robert tendrán ante sí la crucial necesidad de rehacer su vida amorosa/afectiva/sexual para demostrarse mutuamente que ya han pasado página, y si ya de paso lo hacen antes que el otro, pues mejor.


Pero si la dinámica entre los ya divorciados funciona, en mi opinión, mejor que en la primera temporada, las auténticas estrellas de esta segunda han sido de nuevo los amigos del matrimonio. Especialmente ellas, que se han confirmado como el eje cómico de la serie, cada una de ellas con una trama bien definida, supeditada a los protagonistas principales, pero tratadas con el suficiente mimo y respeto que nos pasamos el capítulo esperando que aparezcan. Dallas (Talia Balsam) y muy especialmente Diane (la maravillosa Molly Shannon) nos regalan algunos de los mejores y más divertidos momentos de la temporada y su química con en personaje de SJP es tan natural que en todo momento son creemos que su amistad es verdadera y sincera, aunque esta sea puesta a prueba en más de una ocasión.

Por un lado Diane ejercerá, en contra de la voluntad de Frances, como relaciones públicas de la galería de arte de esta última, mientras intenta revitalizar la vida sexual de su marchito matrimonio con un marido ahora obsesionado con la cocina. Una galería de arte que necesita urgentemente para su supervivencia un artista que consiga dar a conocer el trabajo de Frances. Y por el otro, Dallas recibirá en su consulta a una agente inmobiliaria que, casualidades de la vida, se convertirá en el nuevo interés amoroso (y también profesional) de Robert. Todo parece un poco comedia de enredo, pero que funciona solventemente.


Si la primera temporada de la serie me pareció más que correcta y siempre entretenida, tengo que decir que esta segunda ha sido la que ha acabado de conquistarme. No sé si por el cambio de showrunner o por la narrativa natural del relato, pero lo cierto es que el arco argumental de estos ocho nuevos episodios han estado plagados de algunos destellos que han hecho su historia un poquito menos negativa, más esperanzadora y más enriquecedora. Como si hubiesen cogido sus primeros capítulos y le hubiesen quitado un par de capas de pretenciosidad y le hubiesen añadido ligereza y credibilidad.

Es una lástima que desgraciadamente esta tercera temporada de “Divorce” esté pasando tan desapercibida no sólo entre el público en general, que desconoce en su mayoría desconoce su existencia, sino también entre la crítica especializada. Sólo hace falta hacer una búsqueda superficial en Google para comprobar el poco ruido que su Season Finale ha generado. Y es que ni siquiera los artículos que hablan de la disputa que mantiene Sarah Jessica Parker con su antigua compañera de “Sexo en Nueva York” Kim Cattrall (#TeamSJP Forever) se hacen eco de que la actriz está protagonizando la que es en mi opinión, una de las comedias más destacables de la programación actual de HBO

Pocas veces podemos tener en nuestras pantallas una serie que nos regala una segunda temporada mejor que la primera, así que encarecidamente os la recomiendo. Y de paso, recemos para que llegue una tercera, cosa nada fácil por mucho que su showrunner ya esté planteándosela.

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