lunes, 13 de junio de 2016

El fin de una era en "THE AMERICANS"

La mejor serie en emisión actualmente en televisión (así, sin rodeos) despidió el pasado miércoles su cuarta temporada con la emisión de su decimotercer episodio. Y una vez más ha conseguido que afirmemos eso de que “ha sido la mejor temporada hasta ahora”, algo que llevamos haciendo desde el estreno de la serie allá por 2013. El final, como ya nos tienen acostumbrados, promete marcar un antes y un después en la vida de Elizabeth, Philip y sus hijos.


(A continuación, spoilers de los momentos clave de esta cuarta temporada)

El auténtico protagonista de este último capítulo ha sido William. Llevaba ya varios episodios barajando la posibilidad de dejar el espionaje, pero tras ser convencido por Gabriel para llevar a cabo una última misión acepta transportar la que será la última arma bioquímica de su vida. Y de manera literal porque tal y como sospechábamos después de lo visto en el anterior capítulo, el FBI andaba tras su pista, y tras ser acorralado en un parque decide inocularse dicha arma bioquímica para así evitar pasar el resto de su vida entre rejas. Eso lleva a Gabriel a tomar la decisión más importante en lo que llevamos de serie, los Jennings dejarán de lado su vida de espías al considerarlo demasiado arriesgado teniendo en cuenta que William puede delatarlos en cualquier momento. Su consejo es que abandonen cuanto antes el país y vuelvan a la madre patria. Razones hay para tal alarmismo, ya que William, en uno de sus delirios finales antes de fallecer (fallecimiento que por cierto no hemos visto), parece irse de la lengua más de la cuenta y desvelar ciertos detalles que ponen en peligro la tapadera de Elizabeth y Philip

¿Serán capaces de dejar todo atrás para empezar una vida nueva en Moscú? ¿Qué papel van a jugar sus hijos a partir de ahora teniendo en cuenta que uno de ellos ni siquiera sabe la verdad acerca de sus padres? ¿Cómo sería tal hipotético regreso al país que dejaron atrás hace dos décadas? Un montón de preguntas son las que se nos viene a la cabeza acerca del futuro de nuestros protagonistas. 


Este tenso último episodio ha servido no sólo para resolver algunas de las tramas de esta recién terminada temporada sino que además ha sentado las bases sobre las que se asentarán los próximos episodios. Por ponerle una pega, pequeñísima, quizás sea que la trama del hijo secreto que Philip tiene en Rusia ha quedado algo eclipsada por la persecución y posterior captura de William y por la trama de Paige y su idilio con Matthew. Pero, obviamente, este episodio pertenecía con todas las de la ley a William y al fin de sus días como espía. 

Quizás esta cuarta temporada haya tenido menos acción, menos persecuciones y menos trama de espionaje. Pero a cambio nos ha regalado un desarrollo de personajes absolutamente delicioso. Primero tuvimos que despedirnos de Nina, que cuando pensaba que por fin su suerte empezaba a mejorar, un tiro en la sien acabó con sus esperanzas de recuperar la libertad. Uno de los mejores personajes de la serie se despedía de una manera fría, gélida, inesperada pero a la vez lógica y previsible, casi como si de un personaje random se tratase. La traición no sería perdonada y desde luego no lo fue. Martha fue otro de los personajes de la temporada. Ay, poor Martha, desde luego. Ese personaje que desde el inicio de la serie estaba destinado a sufrir vio como su doble juego saltaba por los aires y se llevaba consigo su trabajo, su “matrimonio” y en definitiva, su vida. Seguramente Martha no se merecía todo eso pero al fin y al cabo lo cierto es que su situación era complicada y su marcha hacia Rusia donde iniciar una nueva vida en el anonimato era su única tabla de salvación.


Y desde luego, si repasamos los mejores personajes de la temporada, no podemos olvidarnos de la inocente Paige, que ha visto como sus padres pasaban de ser unos inocentes agentes de viaje, a espías de la KGB al servicio de la patria rusa. Sus dudas sobre las verdaderas intenciones de sus padres chocan radicalmente con sus cada vez más profundas creencias religiosas y por si fuera poco, una incipiente historia de amor con Matthew, el hijo de Stan, el vecino agente del FBI que había destapado la verdad sobre Martha y William parece complicar aún más la situación. 

Quizás no sea la serie más vista (más bien todo lo contrario), y tampoco es que los premios se fijen mucho en ella, pero “The Americans” ha sabido ir mejorando temporada a temporada. Y eso es algo que sólo consiguen las obras maestras. Y otro punto a favor es el hecho de que ya haya sido renovada por dos temporadas más, que además serán las dos últimas. FX, sabiendo que tiene entre manos un producto de una calidad bastante superior a la media, ha sido lista y ha dado a los creadores la oportunidad de desarrollar dos temporadas finales con las que ir preparando la despedida de los Jennings. Y eso es muy de agradecer. Ojalá más series como “The Americans”, en serio.

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