lunes, 5 de febrero de 2018

"ONE DAY AT THE TIME" y el análisis de la sociedad americana

Por fin se ha estrenado la segunda temporada de “One Day at the Time”, la sitcom de NETFLIX que cuenta el día a día de una familia de emigrantes cubanos en Estados Unidos. Y al igual que hizo su primera temporada estrenada hace un año  (que ya comentamos aquí en el blog), estos nuevos capítulos vienen cargados de un buen puñado de temas más que actuales que poco o nada estamos acostumbrados a ver en una sitcom de este tipo. Vamos a analizar a continuación cuáles han sido las claves que han vertebrado esta temporada. 


A partir de aquí spoilers de la segunda temporada de la serie.

LA EXPLORACIÓN DE LOS GÉNEROS NO BINARIOS

Una de las sorpresas más gratas de la primera temporada fue la trama de Elena, el personaje interpretado por Isabella Gomez, que iba descubriendo su homosexualidad de una manera muy natural y con una progresión y evolución pocas veces vista en series de televisión. Dicha evolución ha continuado esta segunda temporada con el descubrimiento del primer amor en Syd (Sheridan Pierce) y cómo juntas toman la responsabilidad de enseñar al resto del mundo que no sólo existe un “él” o una “ella” sino que la sexualidad y la identidad sexual tiene tantas opciones como personas (por si acaso tenéis duda, aquí teneis un vídeo de Marina, concursante de Operación Triunfo donde lo explica bien clarito).


EL USO DE ARMAS Y SU INTEGRACIÓN EN LA VIDA COTIDIANA

Una de las tramas más sorprendentes de estos nuevos episodios fue su tratamiento sobre la excesiva importancia que tienen las armas en el día a día de la sociedad norteamericana. En el quinto episodio, la policía obliga a todos los vecinos a permanecer en sus casas hasta que den caza a un peligroso delincuente que anda suelto por el barrio. Es entonces cuando Lydia, el personaje interpretado por Rita Moreno aprovecha para desvelar que guarda un arma heredada por su difunto marido con el objetivo de proteger a su familia en caso de que sea necesario, causando la estupefacción de todos los miembros de la familia. A partir de ahí se inicia una reflexión sobre la presencia de armas en la casa y si estas aportan seguridad o más bien todo lo contrario.


LA NACIONALIDAD COMO IDENTIDAD

Es uno de los temas más recurrentes de la serie desde su primer episodio, y en esta segunda temporada con Trump plenamente asentado en el poder (quien por cierto se lleva unos cuantos dardos envenenados) era inevitable que en varias ocasiones el tema saliera a colación. Desde la trama del joven Alex (Marcel Alvarez) en el primer episodio en el que reconoce que sufre bullying en el colegio debido a sus orígenes cubanos pasando por la negación del personaje de Lydia a solicitar la nacionalidad norteamericana por temor a sentir que está traicionando  sus raíces cubanas y todas aquellas personas que tuvo que dejar atrás cuando abandonó la isla.

LA DEPRESIÓN Y EL ESTRÉS POST-TRAUMÁTICO

Ya habíamos visto en los primeros episodios como Lupe, la matriarca de la familia, tenía que lidiar con unos fantasmas del pasado debido al tiempo que pasó en la guerra de Afganistán. Pero ahora, en estos nuevos episodios se ha hecho mucho más palpable la dependencia que tiene de los antidepresivos y su necesidad de acudir regularmente a sesiones de terapia para poder seguir con su vida diaria. En los episodios 8 y 9 vemos además como la falsa sensación de que estos hechos ya forman parte del pasado provocan que decida dejar el tratamiento con las consecuencias que esto puede traer no sólo para su familia sino también a su incipiente relación sentimental.


LA IMPORTANCIA DEL VOTO

Lydia se niega a votar y eso es algo inconcebible para su nieta que está deseando cumplir la edad legal para ejercer su derecho al voto. Entre las excusas argumentadas por su abuela está la de “un voto no es tan determinante” pero todos sabemos lo que pasó en las últimas elecciones generales en Estados Unidos así que Elena emplea todas sus fuerzas para hacer ver a Lydia que todos los votos importan y que si todo el mundo que se quedó en casa aquel día se hubiese decidido a votar, a lo mejor ahora tendríamos a Hillary como la primera presidenta en la historia de los Estados Unidos y no a una persona que atenta directamente contra los derechos que ella misma lleva años reivindicando para la comunidad latina en el país.

Estos son sólo algunos de los argumentos más destacados de esta segunda temporada, pero en sus trece capítulos ha tenido tiempo también para abarcar temas también muy importantes como la dificultad para lidiar la vida laboral con la familiar de una madre soltera u otros más “ligeros” como las nuevas profesiones surgidas de las nuevas tecnologías o el síndrome de Diógenes. Todo esto hace que la serie haya vuelto a calar tan tan hondo entre la crítica como lo hizo la primera. Y es que una sitcom de aparente corte tan clásico como esta, puede en ocasiones ser más incisiva, actual y mordaz con sus chistes y sus risas enlatadas que un drama de televisión por cable catalogado como “televisión de calidad”. Sí, las apariencias engañan a menudo.

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