Hay series que nacen con vocación de convertirse en esa expresión tan manida de “un antes y un después en la historia de la televisión española”. Otras en cambio nacen con la vocación de ofrecer un producto de entretenimiento con el que sacar al espectador del tedio de la vida diaria. “Vis a Vis” no nació con ninguno de esos dos objetivos, pero sin embargo consiguió sobradamente ambos. Y eso es algo que está al alcance de las series más grandes, las que de verdad hacen historia y las que de verdad sirven como referentes a la hora de definir la cultura televisiva de nuestro país.
Cuando supimos por primera vez de ella, enseguida se nos vino una idea a la cabeza, la de “esto es un Orange is the New Black a la española”. Y todos sabemos que cuando utilizamos el término “a la española” para definir algo, normalmente lo hacemos de manera despectiva. Pero capítulo a capítulo, escena a escena, nos fue sorprendiendo y fue creciendo en el espectador la sensación de que lo único que tenían ambas series en común era el hecho de situarse en una cárcel de mujeres. Así, poco a poco “Vis a Vis” fue creando un sello e identidad propias, tomando riesgos y creando un producto de una calidad inusual en nuestra televisión.
Sí, “Vis a Vis” ha tenido momentos buenos (la mayoría), regulares (unos pocos), y malos (nadie es perfecto). Puede que algunos críticos no se hayan mostrado muy contentos con el giro que han dado las dos temporadas emitidas en FOX hacia un terreno más thriller dejando de lado en algunos momentos la realidad para abrazar la espectacularidad. Pero lo que está claro es que la serie ha demostrado que en este país otro tipo de tele es posible. Otro tipo de tele es posible desde el punto de vista argumental, ya que pocas veces habíamos visto un producto de este tipo en televisión en abierto (y en cable tampoco, francamente). Pero con lo de “otro tipo de tele” me refiero, más que a cualquier otra cosa, al hecho de dar el 90% del protagonismo de una serie a las mujeres.
Y es que si algo han demostrado los personajes femeninos protagonistas de “Vis a Vis” es que la unión hace la fuerza. En estas cuatro temporadas hemos visto como entre ellas se han peleado, gritado, humillado, agredido o incluso intentado matar, pero la cosa cambia cuando el enemigo es una fuerza mayor, en este caso representado en la tiranía del personaje de Sandoval. En ese caso todas van a una, el sentimiento de sororidad triunfa y la lucha de una se convierte en la de todas. Porque ese motín que ocupa la trama del magnífico y trepidante último episodio no se produce por la negativa de Sandoval de darle a Sole tiempo para despedirse antes de ser trasladada a un centro en el que tratar su alzheimer.
No, Sole no es más que un MacGuffin gracias al cual Macarena, Rizos, Saray, Tere, e incluso la propia Zulema sacan a relucir su verdadera fuerza interior en una traca final en la que las presas tienen poco que ganar, pero aún menos que perder. Y ahí es donde radica el éxito de “Vis a Vis”, en esas heroínas que hasta ahora la televisión no nos había querido demostrar de manera tan abierta y cruda. En demostrar que se pueden hacer thrillers en los que no sea necesaria la intervención de prácticamente ningún hombre y lo que es más importante, que ningún espectador eche el género masculino de menos.
Y si hablamos de la espléndida labor que “Vis a Vis” ha hecho por los personajes femeninos en televisión, no lo ha sido menos en materia LGTBI+. La ficción de Globomedia no ha sido ni mucho menos la primera en la inclusión del lesbianismo en sus tramas, pero “Vis a Vis” ha mostrado las relaciones entre mujeres sin tabúes ni tapujos. Exactamente del mismo modo que si se tratase de las relaciones heterosexuales que llevamos viendo en pantalla toda nuestra vida. Lo que menos importó en la historia de amor entre Maca y Rizos era que fuesen dos mujeres. El rasgo menos característico de la personalidad de Goya (insuperable Itziar Castro) era que fuese homosexual. Porque resulta que la visibilización va precisamente de esto, en crear y representar personajes cuyas tramas no giren alrededor de su orientación sexual.
Puede que a algunos espectadores les hubiese gustado continuar con la historia. A otros en cambio les parece que el final le llega en el momento adecuado y de una manera diga. Yo, qué queréis que os diga, siento un poco las dos cosas ¿Me habría gustado haber seguido disfrutando de Macarena y Zulema? Sí, lo reconozco, cuando algo me gusta no me canso de ello ¿Creo que el final llega en el momento adecuado? También, no lo puedo negar. De lo que sí puedo presumir, y lo haré siempre, es de formar parte de esa marea amarilla que siguió, amó y apostó por “Vis a Vis” y que consiguió lo que ningún otro fandom había conseguido hasta entonces, resucitar una serie y darle una segunda vida a unos personajes que aún tenían mucho que contar y que aportar. Y vaya si nos lo han contado.
Larga vida a la marea amarilla.
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