Cuando se anunció que la primera serie española de NETFLIX llevaría detrás el nombre de la productora Bambú, fueron muchos los que pusieron los ojos en blanco porque esperaban algo distinto para el primer proyecto español de la plataforma. No obstante, (casi) todos estaban de acuerdo en señalar que era una jugada lógica teniendo en cuenta la trayectoria de esta productora que se encuentra detrás de éxitos recientes como "Gran Hotel" o la reciente "Velvet", los cuales están funcionando de maravilla en NETFLIX en el extranjero. Y por fin, este pasado viernes se estrenaron los ocho primeros episodios que componen la mitad de la primera temporada y toca dar hacer balance de lo que hemos visto hasta ahora.
Para resumir brevemente el argumento, podemos decir que "Las Chicas del Cable" cuenta la historia de un grupo de mujeres que entran en 1928 a formar parte del equipo de telefonistas de la recién estrenada compañía de teléfonos de España. Principalmente, seguimos la historia de cuatro de ellas, Lidia (Blanca Suárez), una joven con un pasado que ocultar y con un objetivo en su nuevo trabajo bien distinto al del resto de chicas, Marga (Nadia de Santiago), que acaba de llegar del pueblo con el objetivo de labrarse un futuro en la gran ciudad, Ángeles (Maggie Civantos), esposa y madre abnegada que tiene que hacer frente a un marido abusivo y Carlota (Ana Fernández), cuya familia aristocrática no ve con buenos ojos su idea de convertirse en una mujer independiente. Y es que esto último es lo que une a todas ellas, las ganas y la necesidad de ser fuertes e independientes. Es decir, mujeres libres.
Los que llevéis un tiempo pasándoos por el blog sabréis que una cosa que valoro enormemente a la hora de sentarme a ver una serie es su autoconciencia, es decir, que no intente vendernos lo que no es. Y en ese sentido, a esta nueva serie tenemos más bien poco que echarle en cara. "Las Chicas del Cable" abraza de manera desprejuiciada el melodrama como eje sobre el cual desarrollar las tramas. La historia sobre el pasado oculto de la protagonista no es más que una excusa para labrar un romance tan marca de la casa y el resto de sus protagonistas, en mayor o menor medida, viven sus propias historias de romances imposibles, luchas de clases o pasados humildes que dejar atrás.
Si bien los cuatro personajes protagonistas resultan sobradamente solventes, era de esperar no todas las historias de las cuatro protagonistas estuviesen al mismo nivel. Brilla con luz propia la protagonizada por Nadia de Santiago que conjuga la dulce inocencia de la actriz con una historia que es un auténtico caramelo, convirtiéndose en la más dulce y disfrutable de las cuatro. En cambio, a Blanca Suárez le toca lidiar con la menos interesante de todas las cuatro historias. No sé si por la poca química que mantiene con su compañero de reparto Yon González o porque su pasado y presente no tienen el suficiente como para levantar demasiado interés en el espectador.
Los personajes secundarios, al igual que los principales, también sufren de diferentes niveles de interés. Los hay como el de Sara, interpretado por una sublime Ana Polvorosa, y que encarna a la supervisora de las telefonistas que rápidamente se convierte en la revelación de la serie, y otros en cambio como el Francisco interpretado por el ya mencionado Yon González o cualquier personaje masculino, que no dejan de ser arquetipos estándar e intercambiables entre sí. También destacable el magnífico plantel de actrices secundarias como Tina Sainz, Kity Manver, Concha Velasco o Luisa Gavasa que ayudan a dar al resultado final un empaque de calidad realmente interesante.
Si algo han querido destacar los creadores, Ramón Campos y Gema R. Neira en esta serie es su marcado (MARCADÍSIMO) carácter feminista. Algo que resulta muy estimulante a pesar de que en ocasiones puede parecer demasiado forzado. En su primer episodio se hace tanto hincapié en que todas ellas quieren ser libres e independientes que el mensaje resulta cansino, forzado y antinatural. Algunos de los temas que trata como el machismo o la libertad sexual resultan lo suficientemente potentes como para hacer necesario ese subrayado tan evidente. De todos modos, funciona.
Y el veredicto es que sí, "Las Chicas del Cable" es una serie 100% Bambú. Tanto para lo bueno como para lo malo.Aquellos que hayan disfrutado de las series antes mencionadas, también lo harán de la nueva serie de NETFLIX. Aquellos que no entráis en ese juego, ni lo intentéis. De momento, más de 190 países y unos 100 millones de personas en todo el mundo ya pueden elaborar su propia opinión al respecto. Yo, de momento, compro. Y la plataforma por lo visto también ya que tenemos en marcha los otros ocho episodios que completarán esta primera temporada.
Por cierto, se agradece que por fin estemos aprendiendo a contar historias en capítulos de menos de una hora. Gracias, NETFLIX. Ahora, que cunda el ejemplo.
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